Mañana tranquila y con mucha policía en Maó
La casi totalidad del sector privado abrió como cualquier día normal por la mañana a excepción de unos cuantos que despues de pasar los piquetes informativos optaron por cerrar, durante la jornada de tarde los comerciantes optaron casi todos en cerrar sus puertas antes de la salida de la macromanifestación.
Maó vivió las horas previas a la manifestación vespertina con una cierta intranquilidad propia de una jornada de huelga. Al igual que sucedió en el anterior paro general la gran mayoría de comercios y negocios del ámbito privado abrió a la hora indicada y operaron con cierta intranquilidad.
No obstante, los indicios de la jornada de protesta y huelga general también estaban allí. De entrada, muchos padres optaron por no llevar a sus hijos e hijas a los colegios. Esto llenó las calles y las plazas con juegos infantiles y deportivos de más menores de los habituales en un día entre semana. En los institutos imperaba la quietud. Los alumnos que encontraron a sus maestros se quedaron en las aulas y el resto se marchó. Como testigo mudo de la incidencia de la huelga en el sector docente quedaban los aparcamientos de motocicletas juveniles prácticamente vacíos. A destacar que los profesores de distintos centros solicitaron por escrito que el dinero que se les retendrá por participar en la protesta se destine a mejoras del propio instituto. «En la otra huelga también lo hicimos pero nadie nos contestó», lamentaba una docente.
El Mercat del Claustre tuvo todas sus paradas casi abiertas y los tenderos despacharon con normalidad comentando los pequeños pormenores de la jornada con sus clientes habituales.
En los centros neurálgicos -como hospital, aeropuerto, centros sanitarios e instituciones- la huelga también se dejó sentir aunque sin ningún incidente. En el Mateu Orfila la actividad interna era semejante a la de un día normal, aunque había menos pacientes de lo habitual. Un panorama similar se pudo ver en los centros de salud como Dalt Sant Joan.
Esta normalidad en el ámbito sanitario sólo se vio interrumpida por la presencia de un pequeño grupo informativo que acudió a algunos centros para animar a sus compañeros a sumarse a la protesta y a la manifestación de la tarde.
En el aeropuerto se concentró el mayor grupo reivindicativo aunque la afectación en el servicio apenas se notó. Unas 50 personas, en su mayoría trabajadores de Iberia, se juntaron en la sala de facturación con pancartas y carteles. Pero apenas pudo hacerse visible ya que entre los pocos vuelos diarios que acoge la instalación y que ayer volaron seis aviones menos el número de pasajeros que pasó por el aeropuerto fue mínimo.
A destacar que este colectivo estuvo vigilado de cerca y en todo momento por un amplio dispositivo policial y de la Guardia Civil. Este control por parte de las fuerzas de seguridad fue una de las constantes de la jornada de ayer ya que patrullaron por Maó con sus vehículos durante todo el día aunque no tuvieron que intervenir.
En las sedes institucionales los servicios mínimos atendieron a los pocos residentes que se acercaron hasta allí.
No obstante, los indicios de la jornada de protesta y huelga general también estaban allí. De entrada, muchos padres optaron por no llevar a sus hijos e hijas a los colegios. Esto llenó las calles y las plazas con juegos infantiles y deportivos de más menores de los habituales en un día entre semana. En los institutos imperaba la quietud. Los alumnos que encontraron a sus maestros se quedaron en las aulas y el resto se marchó. Como testigo mudo de la incidencia de la huelga en el sector docente quedaban los aparcamientos de motocicletas juveniles prácticamente vacíos. A destacar que los profesores de distintos centros solicitaron por escrito que el dinero que se les retendrá por participar en la protesta se destine a mejoras del propio instituto. «En la otra huelga también lo hicimos pero nadie nos contestó», lamentaba una docente.
El Mercat del Claustre tuvo todas sus paradas casi abiertas y los tenderos despacharon con normalidad comentando los pequeños pormenores de la jornada con sus clientes habituales.
En los centros neurálgicos -como hospital, aeropuerto, centros sanitarios e instituciones- la huelga también se dejó sentir aunque sin ningún incidente. En el Mateu Orfila la actividad interna era semejante a la de un día normal, aunque había menos pacientes de lo habitual. Un panorama similar se pudo ver en los centros de salud como Dalt Sant Joan.
Esta normalidad en el ámbito sanitario sólo se vio interrumpida por la presencia de un pequeño grupo informativo que acudió a algunos centros para animar a sus compañeros a sumarse a la protesta y a la manifestación de la tarde.
En el aeropuerto se concentró el mayor grupo reivindicativo aunque la afectación en el servicio apenas se notó. Unas 50 personas, en su mayoría trabajadores de Iberia, se juntaron en la sala de facturación con pancartas y carteles. Pero apenas pudo hacerse visible ya que entre los pocos vuelos diarios que acoge la instalación y que ayer volaron seis aviones menos el número de pasajeros que pasó por el aeropuerto fue mínimo.
A destacar que este colectivo estuvo vigilado de cerca y en todo momento por un amplio dispositivo policial y de la Guardia Civil. Este control por parte de las fuerzas de seguridad fue una de las constantes de la jornada de ayer ya que patrullaron por Maó con sus vehículos durante todo el día aunque no tuvieron que intervenir.
En las sedes institucionales los servicios mínimos atendieron a los pocos residentes que se acercaron hasta allí.
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