La única empresa que fabrica calzado infantil de Menorca, al borde del cierre
Pons Timoner ya ha echado a la mitad de su plantilla y confía en un repunte de las ventas para seguir
Pons Timoner SA, una empresa con más de 90 años de historia y la única de Menorca que fabrica calzado infantil y juvenil (Calzados Ponti), se encuentra al borde del cierre. De momento ya ha echado a la mitad de su plantilla, siete sobre un total de 13 trabajadores, y su gerente, Arturo Pons, no garantiza que la actividad vaya a continuar después del verano.
«De momento, con el personal que queda vamos a terminar la producción para la próxima temporada y después ya se verá», afirma el máximo responsable de la fábrica, para quien los tres meses venideros serán decisivos. «Nuestra primera intención es no cerrar, pero todo dependerá de cómo evolucionen las ventas».
En cualquier caso, las actuales expectativas no son excesivamente halagüeñas, por cuanto el cliente foráneo del que dependía gran parte del negocio ha reducido sus demandas y la producción, lógicamente, se ha resentido. También ha influido la crisis económica, que ha retraído el consumo, «y más aún en este tipo de producto, un zapato muy artesanal y, por tanto, más caro que en las actuales condiciones resulta bastante difícil de vender en el mercado».
Arturo Pons remarca que los despidos se han formalizado «de forma pactada, sin conficto, hasta el punto que varios de los afectados ya están trabajando para otras empresas».
Lo que no queda tan claro es si, en caso de cierre, se podrá desviar la producción a otra fábrica de la Isla. En Pons Quintana ven difícil absorberla en caso de necesidad, ya que «la fabricación de este tipo de calzado es muy específica. Es algo que ahora mismo no contemplamos».
«De momento, con el personal que queda vamos a terminar la producción para la próxima temporada y después ya se verá», afirma el máximo responsable de la fábrica, para quien los tres meses venideros serán decisivos. «Nuestra primera intención es no cerrar, pero todo dependerá de cómo evolucionen las ventas».
En cualquier caso, las actuales expectativas no son excesivamente halagüeñas, por cuanto el cliente foráneo del que dependía gran parte del negocio ha reducido sus demandas y la producción, lógicamente, se ha resentido. También ha influido la crisis económica, que ha retraído el consumo, «y más aún en este tipo de producto, un zapato muy artesanal y, por tanto, más caro que en las actuales condiciones resulta bastante difícil de vender en el mercado».
Arturo Pons remarca que los despidos se han formalizado «de forma pactada, sin conficto, hasta el punto que varios de los afectados ya están trabajando para otras empresas».
Lo que no queda tan claro es si, en caso de cierre, se podrá desviar la producción a otra fábrica de la Isla. En Pons Quintana ven difícil absorberla en caso de necesidad, ya que «la fabricación de este tipo de calzado es muy específica. Es algo que ahora mismo no contemplamos».
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