La caída de precios no es circunstancial y supone una alarma roja en la anunciada “recuperación”.
Los datos del IPC del mes de marzo (la tasa de variación
interanual cae una décima) vuelven a encender las alarmas rojas de la
recuperación, con un riesgo cada vez mayor de que se produzca un periodo
deflacionista con caídas generalizadas de los niveles de precios. Esta caída de
los precios no es casual, ni circunstancial, obedece a la política económica del
recorte y del ajuste, que ha incrementado el desempleo y la precariedad laboral.
Recortes que han incidido sobre todos los ciudadanos, incluidos los
pensionistas. Llama la atención que mientras la remuneración de los asalariados
se redujo un 3,5% en 2013, los beneficios empresariales crecieran un 1,3%. Estas
políticas han provocado una caída del consumo y la inversión y, por tanto, de la
demanda interna, principal pilar de la actividad económica de nuestro país. UGT,
que defiende el importante papel de la negociación colectiva, considera que un
tercer acuerdo sobre esta materia debe de pasar por un crecimiento moderado de
los salarios y por el empleo de calidad. Asimismo, reclama al Banco Central
Europeo que adopte medidas para evitar la deflación (como puede ser la compra de
activos) y exige a la Unión Europea que abandone la austeridad a ultranza y
apueste por implementar políticas de estímulo que favorezcan el crecimiento y el
empleo de calidad.
Según los datos publicados hoy por el Instituto Nacional de
Estadística (INE), el Índice de Precios de Consumo (IPC) situó su tasa de
variación anual en el mes de marzo de 2014 en el -0,1%, una décima por debajo de
la registrada en el mes anterior. Este descenso, (inferior al IPC adelantado,
que se situó en el -0,2%) ha sido provocado fundamentalmente por el
comportamiento del grupo de Alimentos y bebidas no alcohólicas y por el de Ocio
y cultura. Por su parte, la tasa de variación mensual del IPC se ha incrementado
en el mes de marzo dos décimas hasta situarse en el 0,2%.
La inflación subyacente, que mide la variación general de
precios descontando los alimentos no elaborados y los productos energéticos, ha
descendido una décima, hasta situar su tasa anual en el 0,0%.
En lo que se refiere al Índice de Precios de Consumo
Armonizado (IPCA), la tasa de variación anual se ha situado en el -0,2%, tres
décimas menos que en el mes anterior. Mientras, la tasa de variación interanual
del IPCA de la Zona Euro desciende dos décimas y se sitúa en el 0,5%. De este
modo, la brecha entre el IPCA de España y el de la Zona Euro continúa
aumentando, situándose en el mes de marzo en las siete décimas porcentuales,
ganando con ello los productos españoles productividad vía
precios.
Conclusiones
Los últimos datos conocidos en la mañana de hoy, relativos
al Índice de Precios de Consumo del mes de marzo, nos sitúan en un escenario
económico extremadamente grave, en el que al nulo crecimiento (o caída según los
periodos) de la actividad económica y al elevado nivel de desempleo que venimos
arrastrando desde que comenzara la crisis económica, se une ahora un riesgo cada
vez mayor de que se produzca un periodo deflacionista (es decir, un periodo con
caídas generalizadas de los niveles de precios), con las consecuencia nocivas
que de ello se deriva para cualquier economía, tanto a nivel de actividad como a
nivel de empleo y financiero.
Es importante tener en cuenta que la caída de los precios no
es casual ni circunstancial, sino que ha sido provocada por las políticas
económicas que vienen desarrollándose en nuestro país desde mayo del año 2010.
Los desmedidos ajustes en los estados de gastos de los presupuestos, así como
las sucesivas reformas laborales y de la negociación colectiva, que han
provocado un empobrecimiento significativo de los trabajadores (que han visto
como se reducían derechos y salarios) -además de reformas de otra índole como la
que afecta a las pensiones-, han provocado un deterioro constatable en el
consumo y en la inversión, y, por lo tanto, en la demanda interna (principal
pilar de la actividad económica de nuestro país). Así, a lo largo del 2013, la
demanda interna ha continuado contrayéndose (-2,3%), al igual que el consumo
final (-0,8%, mismo porcentaje que el consumo de los hogares) y la inversión
(-8,2%).
El elevadísimo nivel de desempleo, unido a la cada vez mayor
temporalidad y rotación de puestos de trabajado, así como la caída de los
salarios (tanto en términos nominales como reales) suponen un importante
condicionante a la evolución de los precios, en la medida en que el consumo de
los trabajadores y demás ciudadanos, se han visto condicionados por las reformas
a las que antes nos hemos referido. No obstante, es importante tener en cuenta
que mientras que la remuneración de los asalariados se ha reducido continuamente
(en el año 2013 cayó un 3,5%), los excedentes brutos de explotación han seguido
creciendo (en 2013 registraron un crecimiento del 1,3%), lo que da muestras de
que la contención de precios -y ahora caída-, está siendo soportada en exclusiva
por los trabajadores, mientras que otros componentes de la formación de precios,
tales como los márgenes de beneficios o los costes de financiación, continúan
manteniendo o incrementando su aportación a la variación de los
precios.
En todo caso, dado que desde UGT consideramos que la
política económica y laboral que se viene siguiendo en los últimos años en
nuestro país está detrás del agravamiento de la crisis económica y suponen un
lastre para la efectiva recuperación (tal y como se está comprobando dados los
actuales y previsibles niveles de actividad y de desempleo), exigimos un cambio
radical de la misma. Consideramos que el camino de la recuperación (si es que
esta se produce finalmente) tiene que pasar obligatoriamente por la mejora del
poder adquisitivo de los salarios, la generación de empleo de calidad y por la
recuperación de los derechos laborales perdidos. Sólo a través de la
dinamización del consumo y de la inversión –y por tanto de la demanda interna-
podremos empezar a pensar en una efectiva recuperación, que se iniciará sólo a
través de las referidas mejoras de los salarios en términos reales y la
generación de empleos de calidad. En definitiva, consideramos que es necesario
crear unas bases económicas y sociales sólidas y sostenibles, que en ningún caso
se conseguirán perpetuando las políticas que se han venido desarrollando hasta
ahora.
Por último, es necesario advertir de la importancia que
tiene en un escenario de baja inflación (próximo a la deflación) como en el que
nos encontramos, de una actuación decidida por parte del Banco Central Europeo,
que debe acelerar el diseño de los llamados instrumentos no convencionales,
entre los que se encuentra la compra de activos (técnicamente quantitative
easing), para luchar contra los riegos que suponen un periodo de bajos
precios o caídas de los mismos. Sin olvidar, asimismo, la importancia de una
política económica por parte de la Unión Europea que abandone la austeridad y el
ajuste fiscal a ultranza, que ha llevado a las economías europeas a su situación
actual, y que apueste decididamente por implementar políticas de estímulo que
favorezcan de crecimiento y la creación de empleo de calidad.
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